Sagitario A*: El agujero negro de la Vía Láctea podría ser producto de una fusión cósmica
Sagitario A*, el agujero negro supermasivo situado en el centro de la Vía Láctea, podría ser el resultado de una fusión entre dos agujeros negros, según un reciente estudio publicado por los astrónomos Yihan Wang y Bing Zhang en la revista Nature Astronomy. Esta hipótesis sugiere que la Vía Láctea atravesó un periodo de intensa actividad hace aproximadamente 9 mil millones de años, cuando colisionó con la galaxia Gaia-Encelado.
El descubrimiento es parte de un esfuerzo global por desentrañar los misterios de los agujeros negros, objetos que curvan el espacio-tiempo y de los que ni siquiera la luz puede escapar. Gracias a observaciones realizadas por el Telescopio del Horizonte de Eventos (EHT, por sus siglas en inglés), un conjunto de radiotelescopios, entre ellos el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano en Puebla, México, los científicos confirmaron la existencia de Sagitario A* en 2022.
El nuevo estudio se basa en mediciones que indican que Sagitario A* gira a gran velocidad y de manera desalineada con respecto al plano de la galaxia. Esto ha llevado a los astrónomos a concluir que es el producto de la fusión de dos agujeros negros, uno de los cuales podría haber pertenecido a Gaia-Encelado, una galaxia enana que colisionó con la Vía Láctea.
Aunque observar estos fenómenos directamente es imposible debido a las grandes distancias en el universo, los científicos han recurrido a simulaciones por computadora para comprender mejor el impacto de la fusión de agujeros negros. Este proceso, además de la acumulación de materia, es una de las principales teorías sobre cómo estos objetos supermasivos aumentan de tamaño.
El estudio no solo respalda la teoría de la fusión jerárquica de agujeros negros, sino que también arroja luz sobre la historia dinámica de la Vía Láctea. Los astrónomos continúan investigando cómo estos agujeros negros se encuentran y colisionan, lo que genera ondas gravitacionales, predichas por Albert Einstein en 1915 y detectadas por primera vez en 2015.
Para profundizar en estos estudios, la Agencia Espacial Europea y la NASA planean lanzar en 2035 una antena espacial de Interferometría Láser para medir ondas gravitacionales, lo que podría revolucionar nuestra comprensión del universo y los agujeros negros. Las ondas gravitacionales, que deforman el espacio-tiempo, podrían ser clave para resolver algunos de los mayores misterios del cosmos.
Con estas investigaciones en curso, el enigma de los agujeros negros sigue fascinando a científicos y al público, mientras la astronomía avanza hacia una comprensión más completa de estos fenómenos cósmicos extremos.